jueves, 26 de marzo de 2015

UN DIA EN LA VIDA DE SEBASTIAN COE


DN Galan Meeting Stockholms Stadion

 Era Julio de 1981, se disputaba en el estadio de Estocolmo el Meeting DN Galan, habíamos recorrido media Europa corriendo meetings en Francia , Bélgica y Holanda  hasta llegar a ese Gran Meeting. Juan Antonio Balsera y yo participamos en  los  5000 m. l. -serie B- a las 16’30 h. nuestra marca personal no alcanzaba para correr la Serie A.

Las tardes de los veranos en Suecia, son muy largas, duran hasta las 12 de la noche.

La carrera mas esperada era los  1500 m. corrían los mejores del mundo, Sebastian Coe, Scot, Couglan, José Luis González; Abascal etc.… Había un gran ambiente, el espectador sueco es un gran especialista, en los países nórdicos se tiene verdadero culto al atletismo.

Sonó el pistoletazo de salida, rápidamente tomo la cabeza la liebre, un gran corredor americano de 800 m. James Robinson, detrás Sebastián Coe.  El estadio entero tocaba las palmas a ritmo de los corredores, se presentía el record del mundo,  se paso la primera vuelta muy fuerte y Coe pegado al americano, con decisión.

Segunda vuelta… y ahí se produjo la abducción hacia la estratosfera de las 50.000 almas que estábamos allí…  los dos corredores pasaron el 800 a 1’48’’(lo reflejaba el marcador de grandes dimensiones), entonces Sebastián se quedo solo, asumiendo el reto, sin bajar el ritmo, ante ese descaro, el estadio se venia abajo, parecía que todos estábamos fuera de si, la gente aplaudía, se desgañitaba animando ante aquel ritmo imposible.

Coe entró en la recta final totalmente vacío, en un estado agónico, en sus venas ya no había sangre, solo ácido láctico, su color era blanco pálido, sus piernas en los últimos 50m. se movían en cámara lenta,  parecían de madera como las de un maniquí,  los contrincantes que estaban muy lejos lo estaban cogiendo, al final entró primero, el estadio reventaba de aplausos,  3’31’’. Recuerdo que se dirigió (nosotros estábamos a 15 m. ) a James Robinson y le amonestó, chillando y con mucha rabia, porque se había excedido en el paso del 800 m. Seguro que aquel día, si el tiempo de las dos primeras vueltas hubiese sido mas racional, Sebastián habría conseguido bajar de 3’30’’.

Eran las 10’30 de la noche y la tarde seguía iluminando el estadio, nosotros al esperar a uno de los organizadores nos quedamos solos en la grada, ya no había nadie en el estadio, y pasó algo sorprendente, de repente entro por la puerta de maratón, Sebastián Coe y rodó unas cuantas vueltas, por el césped,  a ritmo muy suave.

El estadio de Estocolmo, con esa decoración Vikinga que tanto lo caracteriza y las gradas totalmente vacías,  parecía un monstruo que había vuelto a la calma.     

     

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